Para empezar, deberíamos considerar por un momento la idea de que las tecnologías de la información y la comunicación están aquí para quedarse. Tal vez queda gente por ahí que ve Internet como una moda pasajera o que los ordenadores son sólo para tecnólogos. Son los mismos que hace algunos miles de años pensaron que el fuego era un juguete curioso y peligroso y que después de la novedad la tribu volvería a la carne cruda.
Recordemos que nuestro modelo mental de escuela en pleno siglo dieci... ¡veintiuno! (como dirían Les Luthiers) es una variante ligeramente mejorada de las escuelas medievales. Lo cierto es que el ente abstracto "escuela" parece querer vivir impermeable a los cambios y hasta experimenta un cierto rechazo por las propias "ciencias de la educación".
Para decirlo en pocas palabras: la escuela debería integrar la tecnología porque forma parte del abanico de herramientas que están disponibles hoy. Es más:
El alumnado es "homo sapiens digitalis". Vive en un mundo en el que las tecnologías de la información y la comunicación forman parte de su vida cotidiana: usan teléfonos móviles, ordenadores, Internet...
El alumnado es "tecnoparlante": habla en el lenguaje audiovisual y tecnológico.
Dicho lo anterior, la integración de actividades TIC en el aula puede aportar algunos beneficios en tanto que puede (potencialmente):
Favorecer la adopción de metodologías de trabajo colaborativo, ya sea porque las actividades TIC requieren de trabajo en equipo, ya sea porque existen tecnologías (correo electrónico, chat, blog, wiki...) que sirven como herramientas para realizarlo.
Facilitar la creación de conocimiento y contenidos desde la escuela. En lugar de limitarse a recibir, la escuela dispone ahora de herramientas para hablar. Y la audiencia potencial es todo el mundo.
Permitir la realización de actividades "imposibles" como rodar y montar una película, establecer una radio y/o televisión escolar mediante podcast, comunicarse con escuelas de otros lugares en tiempo real y un largo etcétera.
No hablamos de la escuela "virtual" porque nuestra escuela es todavía presencial. La enseñanza a distancia es una modalidad específica a la que las TIC aportan una gran cantidad de herramientas de contenidos y comunicación. Sin embargo, nuestras escuelas infantiles, nuestros colegios de primaria y nuestros institutos de ESO siguen siendo entornos presenciales.
El ansia por aplicar la tecnología a una actividad nos lleva a veces a la situación de "solución en busca de un problema". Volviendo al caso de la lavadora: te compras la lavadora porque quieres lavar ropa, pero no la ensucias para poder lavarla.
La integración de la tecnología en el aula tendría que responder a una necesidad: mejorar o potenciar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sobre la base anterior puedes imaginar la forma en que ciertas experiencias que has recogido en tu exploración de posibilidades servirían para aportar una mejora en tu trabajo de clase. Es una forma un tanto rimbombante de decir que si sabes lo que quieres conseguir con tu enseñanza, entonces puedes llegar al punto en que la tecnología "encaja" en ella.
Si en tu cabeza han empezado a funcionar los engranajes entre pedagogía y tecnología, el paso siguiente sólo puede ser pensar en cómo lo vas a llevar a cabo. La clave está en que las actividades TIC sean un recurso más de los que cuentas para trabajar, ni más ni menos. Y, por tanto, tomado en la misma consideración que cualquier otro que pudieras querer utilizar.
Y cuando decimos esto nos referimos a que tienen que ser programadas como cualquier otra actividad. Tienen que responder a una finalidad en el contexto de una programación de aula. Tienen que ser evaluables y evaluadas.
domingo, 20 de abril de 2008
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